Julio
Romero de Torres (1874-1930) fue un pintor nacido en Córdoba. Su
padre, Rafael Romero Barros, también era pintor y director del
Museo de Bellas Artes de Córdoba. Julio comenzó su formación en
pintura y música a los diez años, bajo la tutela de su padre en la
Escuela de Bellas Artes de Córdoba.
Participó
activamente en la vida cultural cordobesa de finales del siglo XIX y
posteriormente de la madrileña pues se trasladó a la capital donde, además de su trabajar en su estudio, fue profesor en la Academia de Bellas Artes de
San Fernando. En Madrid se integra en el círculo de Valle-Inclán y
frecuenta la casa de los Machado, estrechando su amistad con Manuel. También participa en la tertulia del Café de Levante junto a
Zuloaga, Ricardo Baroja y Gutiérrez Solana.
Romero
de Torres comienza practicando una pintura de carácter regionalista,
para posteriormente desarrollar una estética simbolista y
desembocar, a partir de 1912, en un estilo totalmente personal que
sintetiza el sentir popular andaluz y su folclore con la tradición
del renacimiento italiano.
Sus
obras están cargadas de un halo de poesía y misterio que plasma
mediante composiciones equilibradas con un dibujo preciso y en las
que utiliza colores azulados, verdosos y especialmente los negros.
El principal tema de sus pinturas es la mujer andaluza, a la que
muestra en un primer plano, detrás del cual representa escenarios
paisajísticos, en los que suele incluir elementos arquitectónicos y
pequeñas figuras, todo ello cargado de un gran simbolismo.
LA FUENSANTA
LA CHIQUITA PICONERA
La
mayor parte de su obra se encuentra en Córdoba en el Museo Julio
Romero de Torres, reunida gracias a las donaciones de su familia y de
coleccionistas o compradas por el Ayuntamiento. Otras
obras pueden contemplarse en el Museo Carmen Thyssen de Málaga.
ROMERO
DE TORRES Y EL FLAMENCO
Su
admiración por la guitarra y los cantes flamencos, lo animaron a
participar en el concurso de Cante de las Minas en la Unión de
Murcia en el que actuó como cantaor cuando tenía 20 años, aunque
no obtuvo éxito y decidió seguir con su carrera de pintor, nunca
perdió su pasión por el flamenco y el tema formó una parte
importante de su producción pictórica.
LA CONSAGRACIÓN DE LA COPLA
“El
cante” aparece como símbolo del flamenco andaluz, la magia de la
copla y los palos del cante flamenco, se representan en escenas
alegóricas, además en sus retratos rinde homenajes a antiguas
cantaoras y a las más grandes artistas flamencas de la época.
Incorpora la guitarra, como símbolo de Andalucía, tierra de
nostalgia y alegría.
NUESTRA SEÑORA DE ANDALUCÍA
Romero
de Torres es un pintor “hondo” como el cante que tanto amó.
En una ocasión comentó: "Si me hubiesen dado a escoger entre
la gran personalidad de Leonardo da Vinci –por el que siento una
admiración que lo reputo como el primer pintor de la historia– o
la de Juan Breva no habría vacilado. Yo habría sido Juan Breva, es
decir, el mejor cantaor que ha habido…".
Su
afición jonda, la llevó a los lienzos, dejando en ellos plasmados
al Rey de las malagueñas al que idolatró, a su musa Pastora
Imperio, a la Trini y su nieta o
la Niña de los Peines.
CANTE HONDO
ALEGRÍAS
LA SAETA
MALAGUEÑA
CARCELERA
LA GUITARRISTA
DORA LA CORDOBESITA
LA ARGENTINITA
CONCHITA TRIANA
LA NIÑA DE LAS SAETAS
LA NIÑA DE LOS PEINES
RAQUEL MEYER
PASTORA IMPERIO
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